miércoles, 16 de enero de 2013

     “Dado que Roswell sólo había pasado un par de días en el manicomio, encontraron su equipo intacto, a salvo de los carroñeros locales o el casero. Merle no era ningún pardillo en el tema: había visto cámaras antes, e incluso había tomado un par de fotografías. Siempre le había parecido un poco idiota aquel juego: alinearlos, colocar la bombilla, cobrar el dinero. Como cualquier otro, claro, se había preguntado qué sucedía durante la misteriosamente oculta transición de la placa a la copia impresa, pero nunca le había atraído tanto como para atravesar el umbral prohibido de un cuarto oscuro y echar un vistazo. Como mecánico, respetaba cualquier cadena sencilla de causa y efecto que uno pudiera ver o controlar, pero las reacciones químicas como ésa descendían a una región demasiado remota para que la controlara nadie, eran algo que tenías que esperar y dejar que sucediera, que resultaba tan interesante como ver crecer el maíz.
     —Muy bien, allá vamos. —Roswell encendió una lámpara rubí en el cuarto oscuro. Extrajo una placa seca de una caja portátil—. Sostén esto un momento. —Empezó a verter líquidos de dos o tres botellas distintas, sin dejar de balbucear palabras que Merle apenas podía entender—. Pirogálico, nosequé cítrico, bromuro potásico..., amoniaco... —Tras removerlo todo en una cubeta de precipitación, colocó la placa en una bandeja de revelado y vertió la mezcla encima—. Ahora mira. —Y Mele vio aparecer la imagen. Salida de la nada. Salida del pálido Invisible, para entrar en este mundo explicable, más claro que real. Resultó que era una imagen del manicomio de Newburgh, con dos o tres internos en primer término, mirando fijamente. Merle lo contempló con inquietud. Había algo que no encajaba en aquellas caras. Los blancos de los ojos eran de un gris oscuro. El cielo por detrás de la silueta alta y mellada del tajado era casi negro; las ventanas, que deberían haber tenido colores vivos, se veían oscuras. Como si, por hechizo , la luz hubiera sido transformada en su contrario...
     —¿Qué es esto? Parecen espíritus o espectros, o algo así.
     —Es un negativo. Cuando saquemos la copia, todo volverá a ser normal. Primero tenemos que fijarlo. Alcánzame esa botella de fijador de ahí.
     Y así fue transcurriendo la noche, cuya mayor parte pasaron lavando cosas en distintas soluciones y luego esperando a que se secaran. Cuando el sol se elevó sobre las Shaker Heights, Roswell Bounce ya había presentado a Merle a al fotografía.
     —Fotografía, te presento a Merle, Merle...
     —Muy bien, vale. ¿Y me juras que esto está hecho de plata?
     —Igualita que la que llevas en el bolsillo.
     —No últimamente.
     Maldita sea.
     —Haz una más. —Sabía que parecía un paleto en una exposición, pero no podía evitarlo. Aunque se tratara tan sólo de un juego de manos, puramente secular, quería aprenderlo.
     —Es lo mismo que ha percibido la gente desde la primera quemadura solar —dijo Roswell encogiéndose de hombros—, a saber: que la luz hace que las cosas cambien de color. Los profesores lo llaman fotoquímica.”

“Contraluz”
Thomas Pynchon

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