"… tuvo que forcejear con dos palabras gigantes, cargarlas al hombro y arrojarlas con torpeza a los pies de Ilsa Hermann. Pesaban tanto que al final la tambaleante niña no pudo sostenerlas más y cayeron de lado. Quedaron postradas en el suelo en toda su extensión , extravagantes y desgarbadas.
Dos palabras gigantescas:
“Lo siento”
…"
La ladrona de libros
Markus Zusak