lunes, 9 de abril de 2012

“Esa tumba desierta es, por el contrario, la gloria y al mismo su inutilidad; encierra el sentido de una vida que empuña la espada por la fe en una nueva bandera, en lugar de ponerse al servicio de las guerras principescas locales, de las peleas de familia, y encierra también el gran vacío que se perfila detrás de cada cabalgada gloriosa y cada bandera al viento, o sea el fondo infinito e insensato del cielo, contra el cual se recorta, en el film de la historia universal, el ejército a caballo de los hombres llamados a morir...

...Cierto que a Latour también lo engañaron, porque Napoleón lo sacrificaba en beneficio de sus propias ambiciones, junto con los centenares de miles de hombres que estaba dispuesto, como dijo cínicamente a Metternich, a hacer morir por alcanzar su éxito. Pero la mezquindad subjetiva de Napoleón no impedía que, bajo su banderas, se recogiera la grandeza de una auténtica aunque pronto adulterada revolución.”

“El Danubio”
Claudio Magris

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