miércoles, 9 de marzo de 2011

“El gesto de los Reyes Magos construyó Europa. La costumbre de celebrar la Navidad el 25 de diciembre se instauró el año 353 bajo el papa Liberio, posiblemente para absorber el festival del nacimiento de Mitra de la roca madre, al comienzo del solsticio de invierno, y de ese modo Cristo podría ser reconocido como el sol naciente. El mejor complemento de esa idea es que unos sabios de Oriente se postraran ante el nuevo Rey del mundo. El mejor día para hacer la visita era el 6 de enero, ya que en Alejandría, la capital cultural de la época, era la fecha de la presentación del nuevo Aion a Core, la virgen, identificada con Isis, de quien la brillante estrella Sirius, elevándose en el horizonte, había sido durante milenios el signo esperado.
       Entre el 25 de diciembre y el 6 de enero se detiene el tiempo lineal para regresar al tiempo cíclico, al eterno retorno de un hecho que fundamenta la razón de ser de Europa. Tiempo de paz, de reuniones familiares, de voluntad de mejora, de regeneración. La noche que antecede al 25 de diciembre, nochebuena, marca el punto de partida de un ritual que, al cabo, celebra el encuentro entre Oriente y Occidente.”

Europa: Las claves de su historia
José Enrique Ruiz-Domènec

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