viernes, 4 de noviembre de 2011

     “Quedaba el vino. Pero el vino que yo había concebido, pacientemente, buscando aquí y allá, ensamblando conocimientos concretos, y confiando en la nada de la imaginación también tenía que ver con ella. No podía seguir ocultándomelo. Era un vino pensado para ella, espléndido, inconfundible, para que algún día ella lo acercara a sus labios, lo catara con entendimiento, lo apreciara y pensara en mí. Con alegría. Y con curiosidad. Y con una ternura suficiente.
     Y me buscara.
     No podía seguir ocultándome que esa esperanza había sido mi única, verdadera, compañía.”

“Vino”
Luisa Etxenike

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